Obelisco de Buenos Aires



El diseño y la construcción del ascensor para el Obelisco representan no solo un enorme desafío de ingeniería, sino también la gran responsabilidad de permitir el acceso al punto más alto del monumento, ese lugar simbólico que se ha convertido en el epicentro de las celebraciones más importantes para todos los argentinos.



Existe una especial fascinación por ver las ciudades desde sus puntos más altos. Construcciones icónicas como el Empire State o el One World Trade Center en Nueva York, el Burj Khalifa en Dubái, la Shanghai Tower en China, la torre Eiffel en París o el Campanile de San Marcos en Venecia —de mucha menor altura pero no menor interés— ofrecen sus vistas al público desde lo más alto.
Ahora también se puede subir al Obelisco de la Ciudad de Buenos Aires, sumando así a la capital argentina a la lista de ciudades que invitan a contemplarlas desde sus miradores emblemáticos.









El desafío era claro: encontrar la mejor solución para instalar un ascensor dentro del Obelisco, que permitiera llegar hasta su mirador en la cima. La propuesta debía contemplar una capacidad de 450 kg, equivalente a 5 personas, y requería además la construcción de una escalera que acompañara todo el recorrido del ascensor, garantizando funcionalidad, seguridad y armonía con la estructura original del monumento.



El equipamiento perfecto El equipo ideal para esta tarea es un ascensor de tráfico pesado con una velocidad de 1m/s del tipo Sin Sala de Máquinas. La ubicación de su motorización y el pequeño espacio que ocupa permite aprovechar la máxima altura dentro de su trayecto. El recorrido cuenta con 8 paradas, cada una tiene un descanso de escalera de amplia superficie que permite conocer etapas intermedias del interior del obelisco. La cabina panorámica cuenta con 3 paneles vidriados para apreciar el interior del monumento durante el trayecto. El cuarto panel incorpora un Video Mirror de gran tamaño para la proyección de contenido audiovisual y multimedia. Desde la última parada se accede a un breve tramo de escalera que permite arribar a su punto más alto: el mirador, el cual cuenta con ventanas desde las que se pueden apreciar maravillosas vistas hacia los 4 puntos cardinales.



 





Un complejo desafío de ingeniería El Obelisco no es solo un ícono nacional, sino también una de las imágenes más reconocidas de Buenos Aires en todo el mundo. Su figura se volvió aún más emblemática tras los festejos del Mundial de Fútbol, cuando Argentina se consagró Campeón del Mundo. En ese momento histórico, su silueta recorrió los rincones más remotos del planeta. Antes de comenzar los trabajos fue necesario realizar exhaustivos estudios y relevamientos de las condiciones tanto del monumento como del terreno. Se tuvo que considerar que exactamente debajo del Obelisco pasan tres líneas de subte, y que incluso existe una antigua conexión directa con uno de los túneles. Para poder estudiar en detalle cómo estaba construida su base se recurrió a la utilizacion de tecnología de alta precisión como rayos X, ultrasonido y extracción de muestras. La información resultante se entrelazó con documentos históricos: fotos, planos y archivos de la época en la que fue construido el Obelisco. Con la información derivada de estos datos, los ingenieros y calculistas confirmaron que la base del monumento tenía la capacidad suficiente para sostener la nueva estructura.

En la siguiente etapa se evaluó la viabilidad del proyecto desde el punto de vista estructural, para ello Servas realizó una verificación muy detallada en la que fue necesario analizar todas las cargas, tanto las estáticas (el peso propio de la estructura) como las dinámicas (las que surgen por el movimiento de personas, vibraciones, viento, etc.), respetando las normas de seguridad vigentes.

También se realizaron estudios minuciosos sobre las influencias externas más relevantes, destacándose dos factores clave: el leve movimiento del Obelisco ante la acción del viento y las vibraciones generadas por el paso del subte en realcion a su incidencia sobre la estabilidad estructural.



 





Una solución que une forma y función El interior del Obelisco contenía losas y vigas que conformaban una estructura que lo sostenían. Era necesario eliminar una importante cantidad para dejar un espacio perfectamente hueco que posibilitara la instalación del ascensor y escaleras. Los estudios previos concluyeron que la solución ideal para este proyecto consistía en consolidar una nueva estructura metálica interna, diseñada para funcionar como una verdadera “columna vertebral” del Obelisco. Esta estructura debia vincularse a los muros interiores mediante articulaciones móviles, capaces de acompañar los movimientos naturales del monumento sin generar presión ni tensión sobre sus paredes. Gracias a este enfoque, se logró reducir significativamente los esfuerzos sobre la estructura original, integrando de forma armónica el monumento histórico con su nueva infraestructura interna.



Todo a través de una puerta minúscula Quien haya pasado cerca del Obelisco quizás haya notado que su único ingreso es a través de una pequeña puerta de tan solo 1,80 m de alto por 70 cm de ancho. Este diminuto detalle fue un factor decisivo y determinante para que toda la estructura tuviera que ensamblarse mediante bulones, sin soldaduras en obra. Cada componente debía ingresar por esta pequeña abertura y a medida que se iban montando las piezas dentro del Obelisco, el espacio libre para operar era cada vez menor. A medida que la nueva estructura iba subiendo la losas y vigas originales se iban demoliendo con estricto cuidado dando lugar a las nuevas fijaciones que aseguraban la estructura.


Capacidad industrial de altura. La oficina técnica de Servas enfrentó un verdadero desafío de ingeniería: diseñar, calcular y verificar, de forma individual, los 9.500 componentes que conforman la estructura del proyecto. Cada pieza fue producida en su planta industrial de Laferrere con una precisión milimétrica, utilizando tecnología de corte láser de alta exactitud, tanto en caños como en planchas metálicas. Gracias a esta combinación de diseño meticuloso, ingeniería avanzada y fabricación de precisión, fue posible ensamblar toda la estructura sin errores, sin ajustes y en un tiempo récord, incluso dentro de las limitaciones espaciales del Obelisco. Todo el proceso, desde el rediseño estructural hasta la fabricación e instalación final, constituye un ejemplo concreto de ingeniería de alta complejidad puesta al servicio del patrimonio. Una intervención que no solo respetó la historia y la arquitectura original del Obelisco, sino que también logró adaptarlo a una nueva función con total seguridad, eficiencia y sin comprometer su esencia simbólica.



Un proyecto hecho con orgullo, con talento y con trabajo 100% argentino.

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